
Éramos pocos: ya se sabe lo que tiraba el concurso de Frikivisión...
El concierto fue corto, apenas una hora y cuarto; eso nos dejó un poco a medias. Aunque creo que la presencia de la traductora implicaba un plan premeditado.
Tontxu fue más o menos el de siempre, el de las otras dos veces en que lo he visto, en Madrid y en Alicante.
Cantó muchas de sus clásicas canciones, y nos sentimos bien: la virtud de la música de este cantautor es la de ser muy directa. Él nos hace llegar su forma de ver el mundo a través de sus canciones, y a través de la música el diálogo es de corazón a corazón.
Nos avanzó alguna de las canciones de su próximo disco.
Como muchas veces pienso, se trata de música para una inmensa minoría.
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