sábado, 27 de diciembre de 2008

La familia (II)


Mañana se celebra en la Iglesia Católica el día de la Sagrada Familia. Dejando a un lado el acto puntual -que supongo muy masivo- de la celebración en la madrileña plaza de Colón, quiero continuar con las reflexiones que inicié el 21 de noviembre. Quiero hoy desarrollar uno de los puntos que señalaba en esa entrada:

Las tradiciones y los tiempos de crisis de los ritos de tránsito.

Desde la pujanza del modernismo como corriente cultural, cuya deriva cultural viene a cuestionar las tradiciones por el mero hecho de serlas, se hace complicado encontrar planteamientos fuertes para conservar aquellos elementos que merece la pena conservar. El mero adjetivo conservador tiene connotaciones peyorativas.

Una de las víctimas de esta nueva liturgia es la valoración de la familia tradicional. Hablando de nuevos tipos de familia, encontrando en éstos rasgos válidos de amor y respeto, no se lucha lo que se debiera por su prestigio social, por su constitución y conservación. Se confunde el todo con las partes. Y nos liamos.

Otro día será más propicio para encontrar ordenados los argumentos que muestren su labor insustituible, pero hay cosas que o son en familia, o no son -siendo de las realidades que nos configuran y redimen-.

Los ritos de tránsito están en crisis: ¿quién no ha vivido bodas llenas de boato pero sin sentido profundo, y ha pensado en eso del paripé? No obstante, y acaso por todo ello, urge recuperar el sentido -lo que no quiere decir que alguna vez se haya conquistado completamente- verdadero de las cosas.

Valora tu familia, la que tienes, la que vas a tener. Merece la pena.

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