Hace falta recordar como en lo más grande de nuestra cultura late en la gran mayoría de las ocasiones un verdadero y auténtico valor creyente, y que éste es el que lo anima y lo hace verdaderamente humano.
Giotto di Bondone es uno de los grandes de la historia del arte, y muchos juzgan su arte como el puente necesario entre el mundo altomedieval con su hieratismo y el renacimiento con su exaltación de la naturaleza. Sin Giotto, Rafael, Leonardo, Miguel Ángel o El Bosco no huberan tenido el amino tan preparado.
Pero no se puede ignorar que su arte está presidido por un sincero espíritu creyente. Mirar los rostros de estos seguidores del maestro muerto es mirar al Redentor que ha cumplido su misión. Vean vean... (en directo es sobrecogedor: Capilla degli Scrovegni, Padua, Italia)

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