viernes, 21 de marzo de 2008

Semana Santa en Cuenca

Vuelvo a mis orígenes...
He pasado miércoles santo, jueves santo y parte del viernes santo en Cuenca. Son muchas cosas para vivir y revivir, y la sensación ha sido algo extraña, sobre todo al principio. Es mi ciudad natal, pero llevaba tres años sin venir a visitarla de este modo, el que había sido el más común.
Me ha dado tiempo para hacer un viajecillo en bicicleta, a los santos lugares: al prado donde se situó muchos años el campamento de mi infancia. Algo muy evocador. Me ha dado tiempo a recorrerla de arriba a abajo, y aunque me han quedado calles y plazas que recorrer, en esencia ha sido un baño luminoso. Me ha dado tiempo a ver desfilar a mi Ecce-Homo de San Miguel -en la imagen- por la Calle San Pedro. Espectacular.
He podido elegir los lugares en los que recrear experiencias únicas, y he comprobado cómo no soy un turista en Cuenca, pero casi casi. Debo decir que Cuenca es única, que acaso vivir algo marginada de las grandes rutas del "progreso" le hace esa especial ciudad de provincias que dormita allá arriba en la peña, colgada de un pasado siempre decadente. Sé que no es toda la verdad, que hay multitid de contornos al respecto, pero hoy es una de las más válidas para mí.
Dará más que hablar este viaje, porque se he podido cargar unas baterías que quizás solo en Cuenca podría haber cargado.

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