viernes, 20 de febrero de 2009

El curioso caso de Benjamin Button


Una película que, si gana un porrón de premios, estarían merecidos. Es uno de esos momentos en que la gran industria de Hollywood hace un gran trabajo. Tiene esa elegancia que quizás dan los actores, o el estilo de hacer cine americano, no sé.

Propongo dos enlaces: el primero, de la Wikipedia -que te puede destripar el argumento-; el segundo, de una página de cine, da los asuntos más técnicos.

Pero antes de que se vaya a verla -cosa que recomiendo encarecidamente, pero no a las diez y pico, que es larga-, o justo después de verla, puede uno destacar estos elementos:

* Es una película tierna, pero no empalagosa. Muy vitalista, sensible, a través de un lenguaje narrativo en el que se explicitan los avatares de una vida muy peculiar, que da juego para mirar con otros ojos las cosas que nos pasan a lo largo del ciclo vital. Elementos tales como el valor de lo inesperado, algo que tuve ocasión de destacar en Bella; que el valor esencial es la propia vida y que lo demás viene por añadidura, que nadie es perfecto y nuestra respectiva vocación implica superarse...
* Una mirada más sobre el siglo XX, entroncándolo no tanto con una visión política o ideológica, sino con aquellas realidades perennes de la historia.
* Se aprende a través de la vida, y cada uno tiene su camino, su forma de aprenderlo; que muchas ocasiones los compromisos tienen una pátina de corsé social.
* La forma en que Benjamin envejece rejuveneciendo, es algo que no rompe la forma de aprender y vivir.
* El tiempo y su fluir peculiar. Lineal, en retroceso, circular...
* Ese fondo de testamento, de última palabra de madre e hija.
* El tratamiento que hace de la familia: por encima de todo el amor, que es lo que la constituye, lo que hace auténticas y permanentes las relaciones.
* ...
Lo cierto es que podría seguir explicitando detalles -aun escribiendo esta entrada una semana después de verla-. Me ha impactado. Una de las mejores que he visto. De verdad.

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