domingo, 17 de mayo de 2009

Del mal, bien.


El hecho de apuntar con una pistola a otro hombre y disparar es un hecho espeluznante. Pero más aún cuando se trata de un hecho premeditado, cuando la sombra de un sicario se acerca a otro ser humano para acabar de un plumazo con su vida. Ahondando en el misterio de lo que en verdad es tratar de ponerse en el lugar de Dios, el de señor de la vida y de la muerte, uno queda estremecido, perplejo.

Me he enterado de que el sicario que intentó acabar violentamente con la vida de juan Pablo II, el turco Ali Agca, está meditando muy seriamente pedir el bautismo para pasar a ser discípulo de Cristo y miembro de la Iglesia Católica. He quedado realmente sorprendido. Cómo pueden cambiar las tornas. Cómo el peor de momento de una vida puede ser la piedra miliar de un profundo cambio... a mejor. También al revés, por lo que hay que estar siempre alerta. Porque estoy seguro de que si el turco Ali Agca no hubiera sido el encargado de matar al Papa hoy no estaría meditando hacerse católico. Seguro que no.

Esto es un mensaje de esperanza.

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