jueves, 13 de agosto de 2009

Viaje a Escocia (1 y 2)

Jueves 23 de julio de 2009.

Tras una cola en el aeropuerto de Alicante que hacía prever algún tipo de problema -que no se produjo- un amable señor nos proporciona los sitios en la salida de emergencia, con lo que fuimos más cómodos. El viaje directo a Edimburgo ha sido confortable. Llegamos, y tras unas vueltas despistados, nos informan del mejor modo de llegar al centro de la ciudad y la localización del apartamento, centro de operaciones. Nos ha servido para un primer vistazo a la ciudad, pequeña nos parece, británica por el estilo de sus casas y calles, señorial como capital.

Llegamos al centro de operaciones justo para cenar, y la impresión es muy buena. Hemos elegido un modo bastante autónomo de funcionamiento, y tener cocina y llave nos va a ser muy útil. Lo único es que para llegar al centro tendremos una buena colina...
Hemos planificado el viaje: dos días en Edimburgo; 2 días de excursión por las Highlands; 2 días de viaje más para Glasgow, Stirling, las Lowlands...
Parece que la experiencia holandesa del verano pasado nos servirá para que la escocesa sea también grata y provechosa.

¡Ah! Contador gana también la contrarreloj del Tour. Es el mejor. Bravo por él.

Viernes 24 de julio de 2009.
Es fácil acostumbrarse al estilo escocés de vida, sobre todo si uno ha dormido poco y se levanta a las 7.00 AM -con sol radiante desde antes de las 6.00, que conste- para no parar de patear Edimburgo y sus colinas. Tras doce horas hemos vuelto a nuestro apartamento, que bien parece nuestra casa por ser así de confortable. ¿El tiempo? Pues sorprende que mirando al calendario hayamos andado pertrechados no solo de manga larga y calzado de montaña, sino con forros polares, chubasqueros y paraguas...

Armados con galletitas, guías, diccionario, cámara de fotos y la intendencia restante, nos han dado para hacernos una primera impresión de esta ciudad, que la llaman la Atenas del norte. Supongo que hay que estar algo más ducho en viajes e idiomas para parcibir la entraña de la vida cultural...

Es una ciudad británica, no se puede negar. aunque algo más agreste de otros que ya he visto. El toque de las colinas y el castillo encaramado en el centro le da un toque muy especial.

Hemos recorrido de cabo a rabo -de castillo a palacio- la Royal Mile, quedando para mañana sendas visitas. Habrá que desayunar fuerte... nos hemos recreado en Calton Hill, un mirador muy coqueto y desde el que pueden verse horizontes muy diversos: el mar, la ciudad, la ría del Forth... Gris y verde de mil tonos, el azul profundo del mar el pardo oscuro de la piedra...

Pocos turistas no rinden pleitesía a los dioses de la comida rápida y a los de las tiedas de souvenirs, y no hemos sido excepción. Process Street y el Castillo son fieles testigos. nos ha gustado Rose Street, y allí hemos celebrado eñ día con una magnífica pinta de guiness.

Es curioso, pero hay que hacerse al ritmo del lugar en el que uno está; son esas cosas que no son casuales. Pronto a cenar, mañana tocan castillos y palacios. Y pasado las Highlands...

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