lunes, 5 de julio de 2010

Crepúsculo (III): Eclipse


Ficha de la película.

Ayer estuvimos en el cine, y tocó dejarse llevar por la ola de esta nueva saga triunfadora: Crepúsculo. Estamos en la parte tercera, que corresponde al tercer libro homónimo, un best-seller mundial.

El otro día vi la primera película de la saga, y creo que veré la segunda dentro de poco.

Como sucede muchas veces, la historia está sobredimensionada por una puesta en escena que es lo que de verdad hace interesante a la película. El mundo de los vampiros está un tanto descafeinado -nada de martillos de plata, de estacas, ajos y demás artilugios-, y se centran mucho más en unos poderes como de superhéroes de videojuego de peleas. Muy de esta época. Los hombre lobo son directamente unos lobos del tamaño de elefantes creados por ordenador.

El argumento se basa en las dudas de la protagonista (la chica se pasa toda la peli con la cara triste; queda como una guapa triste) entre los dos chicos que están enamorados de ella. Uno es Eduard, el vampiro; el otro es Jacob, el licántropo. No se termina de decidir, y el amor de ambos genera una suerte de alianzas y de conflictos que hace que pases un par de horas bastante entretenido. Los diálogos son un tanto lánguidos, aunque la relación entre Eduard y Isabella tiene un carácter caballeresco que llama la atención porque marca distancias de las relaciones que nos exponen últimamente en la gran o la pequeña pantalla.

Estas dificultades de la protagonista para decidir pueden servir para que caigamos en la cuenta del valor de las decisiones, y ese punto de apuesta que siempre tienen. Elegir es renunciar, y ese desprendimiento que exige hace complejas tales operaciones. Porque tiene consecuencias.

Con eso me quedo...

Lo que más me ha interesado es el tono y la textura del film: lluvioso, grisáceo y tristón. Es el antiverano soleado. La acción se desarrolla en Forks, un pueblecito del estado de Washington (USA), un lugar oculto, de la américa profunda.

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