sábado, 5 de abril de 2008

Física o química


Un amigo me ha mandado vía e-mail un escrito de un representante sindical que expresa medianamente bien que son las series de TV las que ponen las cosas en el lugar en que nos encontramos a veces. Cuando lo extraordinario se hace habitual. Sí, ya sé que es una serie, que hay que mantener las audiencias... Pero eso tiene efectos colaterales, ¿o no?


FÍSICA Y QUÍMICA

Física o Química, así se llama la nueva serie de Antena3 que trata de reflejar la vida cotidiana de un centro educativo de Secundaria y sus integrantes. Y digo trata porque cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Nos empeñamos en hacer normal lo anormal, en cotidiano lo extraordinario y al final lo conseguiremos.

Que una madre le encuentre droga a su hijo en el bolsillo y luego se la devuelva como si tal cosa , es algo normal y cotidiano ¿a quién no le ha pasado esta chiquillada?.

Que los alumnos vejen, insulten, falten el respeto a profesores y compañeros sucede todos los días, no hay que dar mayor importancia a estas cosas. Al fin y al cabo son gajes del oficio.

Que los profesores se líen con los alumnos es algo igualmente normal en un centro ¿a quién no le ha pasado? Es la sal de la vida.

Que las chicas pierdan la virginidad a los 15 años, por todos los sitios posibles, es moneda de cambio habitual y no hay que sacarlo de contexto.

En fin, que podría seguir con la esperpéntica visión que esta serie hace de la realidad educativa de los centros, las familias y la sociedad en general. Ah! Los guionistas han estado sembrados.

Aprovecho para darles mi más sincera felicitación. Progresan adecuadamente +.
¿Se acuerdan cuando se pusieron de moda las series sudamericanas? Fue tal el impacto que los comercios se quedaban vacíos a la hora de su emisión y reflejo de aquellas series son muchos de los nombres de los alumnos de nuestros centros. Los Jonathan, las Desirée, los Kevin y un largo etc que casi hace temblar a nuestro Santoral, son de aquellos tiempos. Esto ilustra el impacto que tienen los medios en la conciencia y formas de vida de las personas que integramos esta sociedad.

La adolescencia es especialmente delicada ya que a esa edad los mensajes, las formas de vida, de hablar, de comunicarse, de jugar, las aficiones, etc, calan muy hondo y pueden determinar la forma de ser de una persona para el resto de su vida.

Bueno, pues esta serie nos hace un flaco favor a los profesores, ya que se nos insulta, denigra, y saca a la luz las miserias de nuestra profesión para que los padres y alumnos tomen buena nota de cómo debe ser la enseñanza y se conviertan nuestras aulas, aún si cabe más, en verdaderos campos de concentración, burdeles o antros de todo tipo. Todo menos en una clase cotidiana en toda regla.

Con tal crisis de valores los chavales tienen que aprender qué está bien y qué está mal, y se inventan una Educación para la Ciudadanía que es, en teoría, para contrarrestar lo que se pregona y permite en otros ámbitos de la sociedad. A esto en se le llama hipocresía, ni más ni menos. Que yo recuerde cuando estudiaba no había temas transversales, ni Educaciones para la Ciudadanía, ni competencias como la de ser feliz ,exclusiva de Castilla la Mancha (¡Qué gran logro!). Pero todos sabíamos como dirigirnos a un profesor, conocíamos el respeto, sabíamos que había que esforzarse para aprobar porque así sería la vida después de terminar los estudios; considerábamos al profesor una eminencia del saber y no se nos ocurría decirles a nuestros padres que nos habían expulsado de clase por temor a la reprimenda de casa.

¿Y ahora? Huelgan las palabras. Simplemente el profesor es socialmente un pelele, que si le dice algo a mi hijo que no le haga feliz y él no puede, voy yo y le parto la cabeza o le pongo una denuncia que queda más "in". Lamento aumentar la audiencia de esta serie con este artículo, pero la otra alternativa era morderme la lengua y ya la tengo llena de heridas.

Hay que fastidiarse como ha cambiado el cuento.

Severo Román - CSI-CSIF CASTILLA LA MANCHA

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