sábado, 10 de mayo de 2008

Un déjà vu muy grato


Este curso es el de los reencuentros...
Hoy he tenido el gusto de viajar bajo una pertinaz lluvia hacia tierra de promisión: la ciudad de Alfonso X el Sabio. Allí me he encontrado con cuantro compañeros de camino con los que he horadado en la memoria y he comprobado que en nuestras vidas hay experiencias que entroncan con lo incondicional: puede que hayan pasado casi dos lustros desde que verse y compartir las tres C (caña, comida y café -café Milinko-) era el pan nuestro de cada día, pero hoy me he vuelto a sentir en casa.
Gracias sean dadas a Juan Andrés -el artífice-, a Juan Ángel, a Alfonso, a Raquel.
Y he vuelto al "La Residencia", lugar que ha supuesto para mí un porcentaje -si se pudiera aquilatar- esencial de mi forma de ser, sentir y soñar. Dentro de poco más de un mes celebraré la primera década de algo que comenzó allí...
Esta entrada será un tanto misteriosa para quien no me ha conocido antes, pero no podía sino dejar constancia de un día para recordar.
Por cierto, si tienes buenos amigos con los que hace mucho que no has compartido tiempo y complicidades, no dejes pasar en balde las horas: lo que eres se lo debes, y ellos telo deben a ti (aquí lo justo es lo grato...)

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