martes, 27 de enero de 2009

Saltó la liebre


Nunca se puede sofocar la libertad; se puede llevar a lo escondido, o ignorarlo, pero en cualquier momento llega alguien, hace ejercicio de su libre arbitrio, y se hace historia. Para bien, o para mal. ¿Que cómo están las cosas a bordo? Pues casi como en la farmacia de la esquina, hay de todo -o como decía don Leonardo, un farmacéutico de mi pueblo, "eso no me queda, pero tengo algo parecido"-. Entre reuniones, que cuando se multiplican generan tensioncillas... y aquellos cuyas leyes -o reglamentos- chocan con la elemental convivencia y con el decoro y tesón por el trabajo bien hecho, apuran la paciencia de uno.

Hay rachas para todo, quizás la desventura eólica que nos acompañó climatológicamente la semana pasado también ha revuelto los humores y temores, y en ese mismo instante se ha de sufrir por ejercer las propias convicciones.

Pero no se puede dejarse pisar. La nave debe avanzar por entre tempestades varias. Ese es su sino.

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