Mientras no cambie, este otoño se nos está presentando en Levante y en La Mancha seco y caluroso. Pasadas las lluvias de septiembre por aquello del fin del verano, se nos ha prolongado el entretiempo. Hoy pedaleando había que buscar alejarse de la rueda de los compañeros, que el polvo se metía en los ojos... ¿Calentamiento global? Buena cuestión inagotada...
El caso es que al mismo tiempo el próximo domingo es el primero de Adviento, es decir, cuatro antes de Navidad. ¿YA?
Dentro de muy poco podremos parafrasear al poeta y concluir que el tiempo de Navidad ha venido, y nadie sabe cómo ha sido... (pasaba el otro día a El Corte Inglés y empecé ya a hartarme de esa perspectiva de tan entrañables fiestas)
Quizá por los desacostumbrados calores, quizá por los pequeños preparativos, quizá por tener clase de francés de lunes a jueviviernes, estamos ya preparando los turrones.
El tiempo se nos va muy rápido, y siempre que viene ese tópico a colación, suelo plantearme que la clave no es si el tiempo se va, sino qué es lo que hacemos con el tiempo que tenemos. Buena reflexión, sobre la que habría que pararse para autentificar nuestra vida, acaso lo que de verdad nos dignifica.
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