lunes, 5 de abril de 2010

Viento de cara


El día luce radiante, un cielo azul inmaculado. El sol se despereza y crujen los quitamiedos de las carreteras principales, pues su calor los expande un poco. Las gafas tintadas hacen su trabajo, y el rodar por los arcenes sería maravilloso sin él.

Si apura en los primeros kilómetros, uno se arrepiente de haber salido con lo bien que se estaría en casa. Si uno lleva ya un buen rato a lomos de su bici, molesta lo que aún queda por llegar, pues en la carretera las prisas por llegar antes se pagan...

Pero es un compañero fiel, nunca te deja solo con tu esfuerzo. Eso sería poco heroico. Con él sabes que no te puedes sentir nada más que uno que lucha también contra los elementos, metáfora de todas las dificultades, obstáculos y piedras que el camino de vivir va poniendo.

Luchar contra ti mismo es un deber sagrado para el ciclista. Pero casi nunca se hace en soledad; ahí está el viendo de cara, el que no te permite creerte más de lo que en el fondo eres.

1 comentario:

Andrew dijo...

Ciclismo, qué hermoso deporte !!
El ciclista, en su lucha diaria contra sí mismo, debe hacer uso de los valores del orgullo y la superación.

Bernard Hinault es un claro ejemplo de este tipo de valores que deberían transmitirse de generación en generación.