DELIBES, Miguel, Señora de rojo sobre fondo gris, Destino, Madrid, 1991.Novelón. Corta, pero intensa. Otro monólogo del gran Delibes, el escritor que parece de otros tiempos, porque es un clásico. Admiro su forma limpia, directa, precisa, sencilla, austera... de tratar el idioma español. Los que le conocieron en vida afirman que así era el vallisoletano. Hace poco leí
Cinco horas con Mario, y la satisfacción que me produjo su lectura es el punto de partida de esta otra.
Avanzar por sus páginas provoca la experiencia más genuina de ser lector, de dialogar cual alumno con el viejo maestro, mientras muestra y desvela algo de los misterios de la condición humana. No está exenta de un encogimiento del corazón, pues poco a poco se va revelando una expresión de una mentalidad arquetípica y personal a un tiempo, una fotografía de una persona.
El argumento desarrolla la revelación de la melancolía y del profundo agradecimiento y perplejidad de un artista cuya mujer acaba de fallecer. Su interlocutora -imaginaria o no- es su hija, la que supongo comprendería tantas cosas en el diálogo con su padre, el viudo de su madre.
Es un personaje que se sabe redimido por su esposa, una mujer especialísima, bella, optimista, admirada por muchos, la que él ha amado, la persona que ha sido para él una compañera y aliada imborrable e insustituible. Es una obra de arte que muestra un alma enamorada. Sin la efusividad del amor juvenil o adolescente, como podríamos leer en Romeo y Julieta. Pero con la experiencia del valor de Ana como prueba irrefutable del valor invicto e inmortal del amor. Un amor que no es merecido, pero que salva la vida de la mediocridad y del sinsentido. Yo así la he visto. Invito a que se lea. Además, son apenas cien páginas. Lo bueno, si breve...