jueves, 14 de febrero de 2008

MOTIVOS PARA CREER

Lo que da de sí una frasecita de precampaña... La felicitación de Navidad del colegio este año ha ido informada por una sentencia que dice algo así como: “para poder educar y no meramente adiestrar es necesario creer en las posibilidades de futuro de la persona que se acerca al maestro en busca de ayuda”.

Bien. Para generar algo válido y perdurable, algo que no se reduzca a la mera repetición mimética de tareas impersonales, hay que creer.

Llevo un curso menos agobiado que el pasado, pero es verdad que cuando se abre una brecha en la necesaria ilusión que procede de la confianza en el futuro (sí, salvados en esperanza, como dice la Spe Salvi)http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20071130_spe-salvi_sp.html, se vienen abajo los logros conseguidos.

Como en la bicicleta, si no se avanza es fácil caerse. Como ese viejo profeta que aun sin seguidores, escépticos ellos, seguía predicando para no perder el valor de su propia identidad.

Hay días para todo, pero el valor supremo de un maestro es la confianza que puede generar su corazón, su lengua y sus manos en los alumnos y en los compañeros de trabajo. Ahí está su hecho diferencial, la magia de su reto cotidiano.

Si tienes alguna relación con lo docente (¡cielos, todos la tenemos, al menos hemos sido escolares!...), me gustaría recordar contigo a esa maestra, a ese maestro, que SÍ creyó en tu futuro. Eso es genial. Tanto que justifica.

¡Arriba los corazones!

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