viernes, 25 de abril de 2008

¡Vaya semana!


Cada semana que llega a su fin -aunque quede el llamado fin de semana- me trae consigo el cansancio propio de un trajín infinito -no por lo grande, sino por su ausencia de fin-. Pero además, desde la vuelta al trabajo tras el paréntesis de la Pascua, todas han venido repletas de ocupaciones no ordinarias, cosillas que ha habido que resolver y que no estaban en la agenda previa.
Así son las cosas muchas veces: imprevisibles.
Se trata de algo inevitable, por lo que debe de ser virtuoso saber encontrarle la gracia a la capacidad de adaptarse a lo novedoso sin perder las referencias que necesitamos para saber quiénes somos.

Por cierto, tras siete gestiones, entre las que se incluyen dos visitas a Alicante a "la casa", el navío gozará del trabajo de una nueva marinera. ¡YA ERA HORA!

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