El navío ha vuelto a salir a navegar. Tras una manita de pintura y varias reparaciones de mantenimiento, deja atrás el puerto y el afanoso capitán ha de inaugurar un nuevo cuaderno de bitácora.
Pocas veces se ha podido sentir con menos fuerza la impresión de retomar los afanes con los mismos mimbres y sin renovar recursos...
Aun no inesperada, la sensación de habérselas con quienes saben cómo amoldarse a comodidades pretendidas y ufanamente expresadas sin apoyar más que con su propio gracejo a la marcha común de la nao.
La tripulación se siente poderosa, porque la cordialidad de quien ha de dirigir viene trufada de la debilidad de quien no quiere aprovechar sus prerrogativas. Por desgracia no habrá motín, ya que en el caso de haberlo lograría librarme de tales cargas del cargo...
Habré de estar listo, o al menos aprender a no sufrir demasiado por ello.
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