domingo, 18 de octubre de 2009

Ágora


El otro día, y no por voluntad mía, salí como una flecha de mis dos horitas de francés y me marché al Puerta de Alicante a ver la sensación del momento, a ver la superproducción más potente de la historia del cine europeo, dirigida por uno de los directores más ensalzados del momento. Ver ficha de la película.

Me alegré mucho al verla, porque así puedo hablar con conocimiento de causa. También porque encontrarse ante una obra artística tan simbólica para los tiempos que corren es una garantía para interpretarlos, para dejarse impresionar por ellos y emitir una respuesta.

Hay muchos detalles que me provocan una respuesta. La primera, que condicionaría todas las demás, es si Alejandro Amenábar haría una película tan hagiográfica de Edith Stein, otra filósofa, una imagen que se me ha reproducido una y otra vez mientras veía la película. El entorno incluso sería más seductor... Si es que sí, todo lo que pienso de la tesis de la película sería una primera parte.

Por cierto, las actuaciones y la ambientación es espectacular. Este tío sabe hacer cine. Eso está fuera de toda duda.

Lo que llama la atención es el carácter tan mostrenco de su tesis, lleno de maniqueísmo y de ideología. Porque se puede criticar su planteamiento en el terreno de las ideas, pero también se puede criticar que al estar tan empecinado en hacer llegar un mensaje de modo tan nítido, la película baja de calidad. Y es una pena. En eso se parece mucho a Ángeles y demonios o El Código da Vinci, o a películas del estilo...

Quien ve esta película, tiene claro que el mensaje que se nos hace llegar es una crítica mordaz e implacable a las religiones, pues cercenan la libertad del hombre, lo envilecen, lo transforman en un monstruo fanático capaz de cometer el mayor de los crímenes en razón de su alucinación enfermiza. Pero la peor de todas es el cristianismo, que encumbra a sus altares a los más crueles, que odia el saber, que destruye los lazos de amor que hubieran existido antes. Aunque se muestra que hay elementos positivos como la caridad con los menesterosos o la posibilidad del perdón, las bienaventuranzas, los cristianos son una horda fanática y sombría, con unas barbas de lo más talibanas...

Hace ya años que mantenía discusiones por estos temas; recuerdo una época, al comienzo de la universidad, en que eran constantes; parecía que estaba viendo los argumentos de los que sentían la religión como un enemigo de la humanidad, uno por uno, en esta peli. Me puse nostálgico...

Sería muy largo intentar refutar la tesis. Incluso tendría graves problemas para encontrar un interlocutor que de verdad quisiera escucharlo. Para muestra un botón. Y otro. Así son también estos tiempos, en los que el laicisimo supone que apartarse de Dios es la conquista de la libertad del hombre. Ese es el drama de los humanismos ateos...

No hay comentarios: