domingo, 8 de noviembre de 2009

Si quieres que Dios se ría, cuéntale tus planes.


Esta frase la escuché en Bella, la película. se me quedó grabada, y creo que tiene grandes posibilidades para ayudarnos a vivir. Primero, porque muchos de nuestros agobios vienen de ese afán compulsivo y controlador. Segundo, porque parecemos muy ocupados en perfilar todos los contornos de nuestro gran sueño, y no podemos en el fondo modificar muchas de las cosas importantes que nos ocurren.

El personaje de la película está en la cúspide de su carrera, y en un momento de descuido fatal, producto de su propia felicidad, echa todo a perder. Y no puede hacer nada por evitarlo. Solo se le ofrecerá una redención vital mucho tiempo después, cuando menos lo espera...

Supongo que hay que tener proyectos de vida, que ser humano consiste precisamente en eso; pero debemos aprender a afrontar las sorpresas. Siempre llegan. Y a veces, encontramos un nuevo camino más interesante que el anterior, que estaba circunscrito a un pasado que hoy ha quedado viejo viejísimo.

No siempre lo que llega sin esperarlo es lo peor; puede ser que el que se ha quedado obsoleto es tu planteamiento... ¿No decía Heráclito que no puede bañarte dos veces en el mismo río? Eso me enseño mi profe de Filosofía...

No hay comentarios: