miércoles, 11 de junio de 2008

Madrid


Debido a una gozosa remembranza de fechas que me constituyen íntimamente, pasé en excelsa compañía el pasado fin de semana en Madrid. En un viaje comenzó un proyecto lleno de luces que espero -esperamos- siga mereciendo la pena del modo en que lo hace.

La capital de España es una ciudad especial. Aunque solo la he visitado como turista en diferentes ocasiones o en medio de un mar de nervios cuando iba para examinarme de cristología o ERE, hay impresiones que parecen únicas.
Cuando estoy en Madrid, parece que las cosas son más intensas; ¿la capitalidad?
Si bien en Londres uno se da cuenta de que las grandes urbes son cosmopolitas casi por concepto, Madrid, el del 2008, sorprende: no es extraño estar en medio de un mar de conversaciones y la única en español es la tuya contigo mismo...
El centro de Madrid es grande, no como en las ciudades con raigambre medieval, con su centro a lo conquense o toledano. Aquí todo es Ilustración, Ministerios, Bancos.
Creo que es interesante vivirla, aunque es fácil sentirse un poco perdido ante la inmensa oferta. En día y medio se puede visitar el Palacio de Oriente, asistir al musical Hoy no me puedo levantar, comprar una sudadera en el rastro porque la primavera está siendo fresca -lo siento por los reportajes sobre el calentamiento global que quedarán para mejor ocasión- y después conseguir que César Vidal en persona te firme un libro en la Feria en el Retiro.
Un viajecillo interesante...

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