viernes, 7 de noviembre de 2008

Los momentos plácidos


Son fugaces, la verdad. Pero cuando estoy sentado en el puente de mando, temo los momentos plácidos. Suelen ser el presagio del desastre, o de la vía de agua. Además, es que es ese instante en el que debería estar haciendo algo que no hago, o al menos estar dándome cuenta de que se está aproximando la tormenta.
Pero suele suceder que cuando hay carreras y reacción a la contra de avatares indeseados, también el capitán vive presionado en su entorno, sin lograr levantarse sobre todo y navegar.
Me asalta un interrogante: para navegar hay que tener un rumbo y un puerto de destino. Si no, todo se reduce a nadar y guardar la ropa.

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