miércoles, 14 de abril de 2010

Menuda perla

He leído un párrafo memorable. Chapeau por el autor y por los traductores. En breve haré una pequeña recensión del libro del que forma parte, porque me quedan unas páginas. Dice así:

"Por el contrario, un niño es el signo y el sacramento de la libertad personal. Es una tierna voluntad libre que se añade a las demás voluntades del mundo; es algo que sus padres han decidido producir libremente y que libremente acueran proteger. Ellos sienten que cada diversión, cada gozo que les proporciona -que a veces es considerable- verdaderamente proviene de él y de ellos, y de nadie más. Ha nacido sin la intervención de ningún jefe o señor. Es una creación y una contribución, su propia y creativa contribución a la creación. Además es mucho más bello, maravilloso, entretenido y asombroso que cualquiera de las historias rancias o las tintineantes melodías de jazz suministradas por las máquinas.
Si los hombres han dejado de sentir así, es porque han perdido el aprecio por las cosas primarias y, por consiguiente, todo sentido de la proporción en relación con el mundo. La gente que prefiere los placeres mecánicos a semejante milagro está agotada y esclavizada. Prefiere la escoria antes que la fuente primigenia de la vida. Prefiere la última, torcida, indirecta, copiada, repetida y muerta creación de nuestra agonizante civilización capitalista a la realidad que supone el único rejuvenecimiento verdadero de cualquier civilización. Son ellos los que abrazan las cadenas de la vieja esclavitud; y es el niño quien está preparado para formar parte del nuevo mundo."


Es así: un niño venido al mundo es un radiante sí a lo mejor de que seamos capaces. Quien me conoce a fondo sabe la gran esperanza que despiertan en mí estas palabras...

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