
La nao ha doblado el último cabo y se dirige hacia puerto. Ya estamos en junio. Ahora bien, aunque el mar está plano, si la calma no se ve enturbiada por galerna o tempestad, el capitán no hace más que ver allá a lo lejos el final, tras una serie de rampas y revueltas dolomíticas. Quizás con el cansancio viejo del anterior empresa, que en julio dio por terminada agotado y agobiado, quizás con todo el lastre adicional de veinticinco cursos -seis propios, diecinueve ajenos- que tocan ser conmemorados.
La tripulación anda menos revuelta de lo que en principio podría darse -dadas algunas absurdeces y mezquindades-, quizás porque no tiene nada confesable que reprochar, y eso ayuda a encarar un final con perfil quebrado.
Que el viento nos fuera propicio ayudaría a llevar a buen recaudo el viaje 2007 - 2008. Y el capitán deseando terminar.