
El Premio Nóbel José Saramago es a punto de publicar una nueva novela, titulada Caín. Creo que en ella hace una relectura del relato bíblico del Génesis, en aquel enfrentamiento mortal entre los dos hermanos. Pero lo que me ha llamado la atención es que se ha despachado con unas declaraciones en las que manifiesta que la Biblia es un catálogo de crueldad, que sin ese libro que ha tenido y tiene gran influencia sobre nuestras vidas -reconoce supongo que a regañadientes- seríamos probablemente mejores. Claro, eso le ha supuesto una publicidad extra, porque se le ha respondido desde la Conferencia Episcopal de Portugal que a un Premio Nóbel se le supone algo más de rigor...
En fin, pasando de perfil sobre la polémica, hay un par de puntos que me gustaría resaltar:
1. Que esa aseveración va en la línea de personajes bíblicos tan señeros como Job o Jacob, incluso Jeremías; todos ellos lucharon a brazo partido contra Dios, con diferente suerte. La Biblia recoge la historia de salvación, no de crueldad. Aunque hay crueldad ¿o no somos crueles los hombres? Pero lo triste de esto es que esta historia de amor imborrable -tan real que suele molestar en ocasiones que lo feo y lo malo estén tan patentes-, se está conviertiendo en un libro que solo conocen los especialistas. Es una pena. Porque encierra tesoros...
2. Que Saramago ha elegido un papel doliente, el de representar y aglutinar un estado existencial de enfrentamiento contra Dios. ¿Cuáles serán sus motivos? Dios no es el silencio de la noche, sino el Buen Samaritano. Pero algunos todavía no se enteran...
Cuando encuentro ese afán contracultural de desarraigar a Dios de la naturaleza y la historia humana, siempre pienso lo mismo: ¿A qué estoy esperando para leer el libro de De Lubac: El drama del humanismo ateo? Tantas veces lo urgente relega lo importante...